OPINIÓN

«Evitar el burnout de fin de año: planificación, energía y realismo»

Se acerca el fin de año, y con él, la conocida sensación de agobio. A medida que los días se acortan y las tareas se acumulan, muchas personas experimentan lo que en psicología llamamos burnout: ese estado de agotamiento físico, emocional y mental que puede desbordarnos si no lo gestionamos a tiempo. ¿Por qué sucede esto con tanta frecuencia justo en esta época? Es sencillo: nos enfrentamos a la presión por cerrar objetivos laborales, planificar celebraciones y, a menudo, lidiar con la ansiedad de un nuevo ciclo. Es un combo abrumador.

Desde hace tiempo he sostenido que la mejor forma de evitar el burnout es planificar conscientemente, pero no hablo solo de organizar tareas o el tiempo. Hablo de una planificación que incluya la gestión de nuestra energía emocional e intelectual. Es fundamental ser realistas sobre cuánta energía tenemos y cómo vamos a utilizarla. En mi experiencia, recomiendo dividir el año en tres partes e incorporar pausas revitalizantes en tres momentos del año. Para muchos, las vacaciones solo se limitan a febrero, pero ¿qué sucede con el resto del año? Al dividirlo en tres, y reservar tiempo para recargar en tres ocasiones, podemos manejar el desgaste acumulado.

Es curioso cómo un simple consejo sobre el descanso puede causar asombro. Cuando le digo a la gente que considere dividir el año en tres, algunos me miran como si les hubiera revelado un secreto cósmico. La realidad es que es un enfoque sencillo para planificar emocional y energéticamente. Muchas veces se hace necesario reservarnos un tiempo especial para las parejas después de las vacaciones en familia. Sí, incluso necesitamos una «vacación de la vacación» para realmente descansar.

Identificar los desgastes innecesarios

Parte de evitar el burnout también implica reconocer los puntos específicos que nos agotan. Para algunos pueden ser los regalos de Navidad, o los exámenes de fin de año, o con quién voy a pasar las fiestas. Motivos hay miles. Al reconocerlo y anticiparnos, nos liberamos de un peso enorme y podemos disfrutar de las fiestas con una carga emocional mucho más ligera.

Este tipo de acciones preventivas pueden parecer insignificantes, pero suman. Es fundamental ser honestos con nosotros mismos y admitir qué nos abruma. Si las compras de Navidad o las reuniones sociales son el problema, ¿por qué no organizarlas de una forma que se ajuste mejor a nuestra energía?

Descansar y reconocer los límites

Finalmente, el descanso debe ser una prioridad, no una opción. Cada persona recarga energía de manera diferente, y es vital conocer nuestras propias formas de renovarnos. Algunas personas encuentran alivio en actividades como escuchar música, hacer ejercicio, salir a caminar para oxigenarse, o simplemente desconectarse por momentos de sus responsabilidades diarias.

También es clave saber cuándo soltar ciertas responsabilidades. En ocasiones, es mejor aceptar que no podremos cumplir con todo y ajustar las expectativas. La idea de que el fin de año es una maratón que debemos ganar a toda costa no solo es irrealista, sino también perjudicial.

En resumidas cuentas, el burnout de fin de año no es un destino inevitable. Con una planificación estratégica y realista, podemos disfrutar del cierre del año sin sentirnos al borde del colapso. Anticiparse a las demandas, gestionar la energía y, sobre todo, ser realistas con nuestras expectativas, es la clave para evitar el agotamiento. La planificación no es solo una cuestión de tiempo, sino de saber cómo manejamos nuestra energía mental y emocional para llegar al final del año con fuerzas renovadas.

 

Por Ana Troncoso, Psicóloga y coach en fortalezas

Psicóloga y coach en fortalezas

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